Reflexiones del Padre Inocencio Iacobellis del Programa Radial “La Iglesia Católica y su Cambio” año 1998
Decimos que Cristo resucitó de entre los muertos el primer día de la semana, porque el séptimo día es el Sábado, en que los judíos celebraban y celebran la creación del mundo. Mientras que nosotros, los católicos, celebramos el Primer día de algo mucho más maravilloso: la Resurrección de Cristo. Hecho por el cual nosotros quedamos liberados, salvados y con derecho a la Vida Eterna.
¿De dónde viene la palabra Domingo?
Es una palabra que viene del latín, “Dies Domini”. Era el primer día que los romanos llamaban “el día del Sol”. Todavía lo llaman así los alemanes “Sontag” y los ingleses “Sunday”.
Los antiguos cristianos lo llamaban el “Día del Señor”. Hay un testigo del año 160 DC, Justino, que lo llama “Dies Domini”, en castellano “Domingo”.
En el año 313, el emperador Constantino, (que no era cristiano, pero simpatizaba) dio leyes para la libertad de la Iglesia, y una de ellas fue establecer que el Día del Señor –Dies Domini- nadie trabaje. O sea la libertad a los esclavos en ese día, para que pudieran ir a Misa. ¡Por eso era el Día del Señor!
A Dios se le deben culto comunitario y exterior, no sólo un culto personal, individual. Eso se hace con el sacrificio, la acción sagrada, en que se reconoce a Dios, se le adora y se le agradece. Es el sacrificio que llamamos la Santa Misa.
Toda religión, para ser tal, tiene que tener un dios personal, definido; una acción de culto con sacrificios y leyes morales. La religión Católica tiene estas tres condiciones: Adora a la Santísima Trinidad: Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; ofrece el sacrificio, el Cuerpo y la Sangre de Cristo en acción de gracias, un sacrificio de infinito valor, cosa que no se puede hacer de otra manera.
El sacrificio de la Misa fue instituido por Nuestro Señor Jesucristo como lo vemos en la Biblia en el Nuevo Testamento: Lucas 22; Hechos de los Apóstoles 22; Hechos 20; 1º Corintios 11, 17-31.
La Santa Misa se celebró desde los comienzos de la vida cristiana. Dice San Lucas que los cristianos “se reunían para comer en común y para partir el pan” Partir el Pan era distinto a la comida común. Una vez a la semana, los sábados a la noche, para esperar el Domingo de la Resurrección, los cristianos celebraban la “Partición del Pan” o sea la Eucaristía. Lo mismo en el libro de Hechos de los Apóstoles, San Lucas dice que Cristo dijo: “Este es mi cuerpo, esta es mi sangre. Hagan esto en memoria mía”. Dijo “hagan”, ordenó hacer esto, convertir el pan en su Cuerpo y el vino en su Sangre.
El capítulo 20 de Hechos habla de San Pablo, cuenta que “hace” la Eucaristía el sábado a la noche. Dice San Lucas, con un poco de gracia, que San Pablo dio un sermón un poco largo y que un chico que estaba sentado en la ventana se durmió, se cayó y se mató. (Hechos 20, 42-46) En 1º Corintios11 San Pablo habla de la costumbre que tenían los corintios de celebrar la Eucaristía –que en castellano significa “acción de gracias”. Dice San Pablo: “Ustedes se reúnen y comenten un error, porque en lugar de comer, los que llevan comida beben y los que no tienen comida, comen y pasan vergüenza, y eso está muy mal. Es una falta absoluta de caridad, porque así como ustedes hacen la Eucaristía, así recuerdan la muerte del Señor, hasta que Él venga”.
Por eso, antes de recibir la Comunión, la Eucaristía, sean prudentes, examínense, sean equitativos y cariñosos con todos. Porque nadie puede comulgar con repugnancia o con odio en el corazón. Esto es de la época de San Pablo. De modo que la Eucaristía no la inventó nadie, como andan diciendo por ahí que la inventó un Papa en el año 800. El Papa no inventó nada, la Eucaristía viene de mucho antes. Tenemos el testimonio de San Justino (c.100-165), un abogado judío que vivía en Roma, quien dice en el famoso alegato a Aureliano:
“Nosotros los cristianos nos reunimos el primer día de la semana (o sea el Domingo o Día del Sol) y después que se ha leído el arcano (la Palabra de Dios, la Biblia) el epíscopo o el sacerdote nos exhorta a cumplir con lo que está escrito ahí. Luego un servidor, ( o sea el diácono) trae el pan y el vino para todos los presentes. Entonces el epíscopo pone las manos sobre ese pan y ese vino y pide a Dios que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Después nos damos un abrazo entre todos, para indicar que nadie tienen nada contra nadie. Rezamos un Padrenuestro. Los hombres reciben sobre las manos el Pan y las mujeres con la mano cubierta con un velo. Después todos reciben el Cáliz- o sea el vino consagrado- y terminan con una oración. Luego hacen entrar a los que no tiene derecho ala Misa, porque no están bautizados y el Obispo les da unos buenos consejos. Se junta plata para los pobres de la comunidad y se acabó.”
Así era la Misa en la Roma Imperial. De modo que la spartes importantes son: el ofrecimiento del Pan y el Vino, la consagración de ese Pan y ese Vino; recibir la Comunión. Por eso la Iglesia recomienda comulgar en cada Misa.